Estación Terminus: El anillo de ébano

PostHeaderIcon El anillo de ébano


(Anochece en la Tierra Prometida)




Me he acostumbrado a apretarlo con fuerza, como si fuera una reliquia de la que se espera un milagro, y lo cierto es que a veces funciona, como si ejerciera algún tipo de magia oscura igual que el continente del que proviene, y casi puedo sentir tu presencia.
El anillo es un poco grande para mis dedos, así que lo metí en una cadena y me lo colgué en el cuello.
Te aseguro que vale más para mí que cualquier joya.

Recuerdo la mañana en que nos conocimos. Yo salía del turno de doce horas en mi infierno y tú hacías cola para solicitar un puesto en el tuyo.
Estaba llorando porque ese día me sentía especialmente miserable y traté de ocultar mi llanto al pasar delante de la fila de aspirantes a albañiles; pero tú me seguiste ¿quién sabe por qué? y con tu voz amable, de acento africano, conseguiste arrancarme una sonrisa: «señorita, si usted me concede los próximos diez minutos y yo no consigo hacerle olvidar el motivo de sus lágrimas, me consideraré un fracasado el resto de mi vida». Y te los concedí, claro. Y me hiciste olvidar.

No me costó mucho acostumbrarme a ti.
Me gustaba hacerte caso cuando decías locuras, aunque los dos sabíamos que mentías: «compraremos una casa en la montaña; tendremos mucho dinero; viajaremos por todo el mundo, libres, y esto nos parecerá un mal sueño. Todo irá bien, princesa...».
Y por un tiempo nos parecía posible.
Hasta tu accidente en la obra. «Has vuelto a nacer, chaval» te decía el capataz, ¿recuerdas? Luego te condenaron a la nada con un ridículo talón, que resultó ser de Aquiles, y con tu pierna, rota en cien pedazos, aconsejándote olvidar «por tu bien».
«¿Por qué tenemos que escondernos como delincuentes?» me decías a menudo. Y te enojabas conmigo como si tuviera la culpa y yo trataba de tranquilizarte aunque también me hacía la misma pregunta.

Hubiera vuelto al infierno por ti. Hubiera vuelto a encerrarme en una habitación con extraños, convertida en cadáver unas horas cada día, pero te empeñaste en que no lo hiciera, en que buscáramos otra solución, en que tenía que haberla...
Le rezaba a mi Dios y tú me hablabas del tuyo y, ninguno de los dos tenía razón. Si algo tienen en común nuestros dioses es su sordera.
Sólo los encontrábamos a ratos, a oscuras en la habitación que apenas podíamos pagar, cuando, a falta de más alimento, devorábamos nuestros cuerpos. Allí, entre sudor y palabras amables, agotábamos las reservas acumuladas durante años y éramos capaces de olvidar por completo el mundo que acechaba tras la persiana; atrincherándonos.

Al borde del desahucio y de la desesperación se te ocurrió salir a bailar.
La pierna mejoraba y casi podías andar sin ayuda así que decidimos quemar las naves por una vez. «Poco tenemos que perder y un mundo por ganar». Tú y tus sueños.
Disfrutamos como no podíamos recordar, bebiendo y riendo como dos locos. Tú bailaste con ese balanceo cojo, torpe, hasta que, ya de día, y aunque anestesiada por el alcohol, tu pierna no pudo más y decidimos irnos a dormir.
Aún bailábamos por las aceras, al ritmo de la música que seguía sonando en nuestras cabezas, cuando te detuviste en mitad de la calle y, arrodillándote, solemnemente borracho, me colocaste el anillo de madera negra en mi dedo.
En ese momento me sentía como esa princesa que siempre pretendiste, y que nunca fui, y delante de mí estaba el valiente caballero que me protegería de brujas y dragones.
No nos dimos cuenta, entre nubes como estábamos, de que los dragones estaban allí mismo, al lado de nosotros, vestidos con uniforme azul: «buenos días, su documentación, por favor...» y nadie podía protegernos.

No sé en donde estás ni como encontrarte.
Supongo que un avión te llevó muy lejos, hacia atrás en el tiempo. A la vergüenza de regresar a tu aldea y explicar a quienes sacrificaron todo para pagar tu viaje al Edén, convirtiéndote en su única esperanza, que no lo lograste, que no fuiste capaz.
Sé que tú hubieras preferido morir.

Sin embargo, hiciste algo que no esperabas: me regalaste la libertad.
Estoy en un centro de acogida. Al parecer, a una mujer embarazada no le niegan los papeles.
Dentro de unos meses, él habrá nacido, se romperá la tregua, y yo tendré que dejar este parapeto y volver al frente.
Necesitaré entonces la esperanza de poder darle a nuestro hijo un destino distinto al que nosotros sufrimos, de que no piense algún día, como yo, que la vida es una broma pesada, de que no me culpe por haberlo invitado a esta pantomima...
Apretar tu anillo de ébano con fuerza, como si fuera una reliquia, y esperar un milagro.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Guau!! qué bello relato, qué magníficamente te metes en el papel y desarrollas la cruel, triste, y por desgracia tan real historia de dos inmigrantes cualquiera...

Hay que ser muy bueno para llegar de esa manera al lector.

Oye, que no creas que te halago así porque sí, no. En cuanto te encuentre un fallo, te lo digo.

Besos, Terminus.



Terminus dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.


Terminus dijo...

Tus críticas serán bien recibidas, porque sólo pueden servir para mejorar y, además, le darán aún más valor, si cabe, a los halagos que ahora me haces.
En todo caso, intentaré no merecerlas... ;)

Agradezco mucho tus comentarios. El esfuerzo de escribir (a veces difícil) vale la pena por recibirlos.



eldañacuentos dijo...

Saludos Terminus:

Leí este cuento en Bibliotecas Virtuales y me ha gustado sobremanera. El foro corre tan rápido que relatos excelentes como El anillo de ébano corren el riesgo de perderse sin lecturas. Creo haberte dicho anteriormente que tienes el don de la comunicación. Es cruel que una historia como la que nos regalas, tan bien trabajada, pase a las páginas del olvido porque los foristas están tan pendientes de sus propios relatos que dedican poco tiempo a los demás. Aunque sé que eres una persona con muchos recursos y muy prolífica permítome sugerirte lo siguiente: Si cuelgas en aquel foro más de un relato a la vez te leen menos porque te contestan por autor y no por trabajos, dado que no son tantos los participantes y muchos de ellos por amistad se ayudan para mantener sus relatos arriba todo el tiempo y cuando se les acaban, unos a otros buscan relatos viejos y los traen a la primera página para mantenerse. Con un relato a la vez recoges los comentarios de todos, más los cientos (el Administrador asegura que son 20,000 los visitantes diarios ) de lecturas de los que pasan sólo a leer y no dejan comentarios. Notarás que a veces se recogen muchas visitas y pocos comentarios. Esto es una sugerencia que te puede resultar de gran beneficio. Pónderala.
Yo lo practico así y mis últimos cuentos han recogido miles de visitas y hasta ha causado malestar a los demás, acusándome de que yo mismo he creado esas lecturas. Te he explicado estas cosas porque tus relatos son de primera: en su tema, en su argumento, en su narración y en su corrección en la escritura.
Te lo cuento por aquí porque allá me crea problemas. Siempre contarás con mis lecturas y comentarios, no porque te llames Terminus o seas persona simpática, sino porque escribes maravillosamente. Prometo volver a tu blog a leer próximamente.
Regreso al foro para opinar sobre:
"El anillo de ébano".

!Exito!

Jibaricua



La Hija de Zeus dijo...

Hola pase por aquí a saludarte..



Terminus dijo...

Hola, Jibaricua:
Agradable visita la que me haces.
Te agradezco muy sinceramente tu interés.
Me encontré con las Bibliotecas no hace mucho aún y no sé muy bien el funcionamiento interno y todas esas cosas que me cuentas.
Colgué un cuento un día y me llevé la sorpresa de que gustó bastante más de lo que esperaba. Desde entonces he ido poniendo algunos textos que he querido someter a un juicio imparcial. Y puedo decir que estoy satisfecho.
De hecho, son estos comentarios los que me han impulsado a escribir con más dedicación y a pensar en hacer algo serio (incluso una novela que empiezo a tener en mente). Algunos no escarmentamos de soñar por mucho que suene el despertador cada mañana.
No he colgado ningún texto en el foro mientras ha habido uno mío en la primera página (no por conseguir más lecturas, sino, simplemente, por no ser pesado), muchas de las cosas que he escrito no las he pegado allí, pero este cuento tenía (tiene) algo especial para mí y no me aguanté las ganas.
Confieso que vi con decepción que no era tan bien acogido (cuando con otros míos me sorprendí por lo contrario) pero después de que tú le dieras una oportunidad parece que no le ha ido tan mal... ;)
Todavía no tengo claro el propósito de seguir escribiendo pero, en todo caso, espero que haya alguno.

Muchas gracias por todo.
Un abrazo.

P.D. Dudo de que las visitas multitudinarias a tus cuentos sean producto de ningún «truco», para prueba están los montones de buenas críticas que también tienen.;)



Terminus dijo...

Hola, Zeusinha (perdón por la insolencia)
Ahora mismo paso por tu Olimpo a devolverte el saludo.



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